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00:00La Palabra del Día, con Isaias Lafuente Pues mira, si este programa se emitiese en
00:07El Salvador, hoy podríamos estar hablando de la Goya de los Goya. Y si se metiera en
00:12Nicaragua, podríamos charlar sobre unos galardones que premian a reconocidos sabiondos. Porque
00:17en esos países, respectivamente, Goya es una resaca o nombra a un sabelotodo. Y son
00:23las dos únicas acepciones que encontramos en el diccionario para la palabra Goya. Sí
00:27que encontramos el adjetivo goyesco que los académicos recogieron hace justo un siglo
00:32para nombrar todo lo perteneciente, lo relativo o lo propio del pintor español. Pero Goya,
00:38referida a los premios cinematográficos, no figura en el diccionario. Y es muy extraño,
00:43porque los académicos recogieron la palabra Oscar en un diccionario manual del 1969 y
00:49en su diccionario oficial en 2014. Como en 2001 también recogieron la palabra Nobel,
00:55a los premios que la Fundación Sueca otorga anualmente. Es verdad que los nombres propios
01:01no suelen encontrar un lugar en el diccionario, salvo aquellos personajes de ficción que se han
01:06convertido en estereotipo de perfiles humanos. Don Juan, para el hombre seductor, o Quijote,
01:12para el idealista. También para aquellos nombres propios que dieron nombre después,
01:16por ejemplo, a una enfermedad. Parkinson o Alzheimer están en el diccionario. Y este
01:22sería el caso de Oscar y de Nobel, dos epónimos como Goya o Cervantes que han dado nombre después
01:28a dos premios de referencia, en este caso de referencia en nuestro país. Así que el
01:33sentido común nos diría que o sobran los unos o faltan los otros. Yo ahí lo dejo,
01:39para la consideración de los académicos, especialmente para la consideración de
01:43Manuel Gutiérrez Aragón, que de cine y de Goyas lo sabe todo.