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Diversión
Transcripción
00:00Los celos de Agustín Lara casi me cuestan la vida.
00:07El año 1947, quizás el mejor de mi carrera, fue uno de los más tristes de mi vida en
00:13el aspecto sentimental. Era la actriz mejor pagada de México, empezaba a tener ofertas
00:18del extranjero, y el regente Corona del Rosal me coronó reina de la primavera, en una ceremonia
00:24a la que asistieron rutilantes estrellas de Hollywood.
00:27Todo estaba rendido a mis pies, pero la relación con Agustín ya era un desastre. Una mañana
00:32que tenía que grabar las escenas de la película Río Escondido, cuando llego a Palacio Nacional
00:37con el presidente de la República, ese día me levanté muy temprano, a eso de las 4,
00:43porque a las 5 iba a llegar mi peinador, y el llamado era a las 6 en Palacio Nacional.
00:48Entonces Agustín salió del cuarto y vino a mi recámara. Yo ni le pregunté que andaba
00:52despierto. En un mueble de mi cuarto estaban las trenzas falsas que usaba en la película,
00:58para recogerlas tenía que pasar por el cuarto de baño, y ahí me siguió Agustín, Maruca,
01:03me dice. Yo estaba parada frente a la ventana, y al voltearlo vi sacar una pistola. Instintivamente
01:10me agaché pasando ese único tiro cerca de la nuca. Por suerte en la planta baja se encontraba
01:15mi maquillista, Armando Meyer, que oyó la detonación, y subió corriendo evitando así
01:20el segundo disparo. Cuando entré a Palacio Nacional esa mañana,
01:23Gabriel Figueroa me notó rara, extraña y con los ojos húmedos. Me dijo, vienes a ver
01:29al presidente de la República, pero no vienes llorando. Mira te daré un premio, ves ese
01:34candil que está ahí arriba, si ya no lloras te lo pondré de corona. Y así salió en
01:39la película y en las fotografías. Gracias a Gabriel Figueroa, pude pasar ese trago amargo,
01:45uno de los más terribles de mi vida. Palabras de María Félix.

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