Grotesco.
Lo de Sánchez, como algunos vaticinamos hace cinco días cuando el marido de Begoña Gómez subió a Twitter su lacrimógena carta, ha sido un adefesio, una birria, un esperpento.
En su alocución grabada en el porche de La Moncloa, sin permitir la presencia de periodistas y ni siquiera de fotógrafos, sólo ha faltado que apareciera al final la comisionista Begoña, se fundieran en un beso y que ambos caminaran cogidos de la mano hacia el ocaso.
Todo sería solamente ridículo y divertido si no fuera letal para España.
El problema, en contra de lo que escriben muchos columnistas, no es la honradez de la mujer del césar, sino la del césar mismo.
Porque Sánchez, el que presidía los Consejos de Ministros y aprobaba las subvenciones y los rescates millonarios, está metido hasta las trancas en el embrollo.
Después de empujar al PSOE a sucesivas derrotas electorales y hacer tragar a los socialistas pactos con los proetarras de Bildu, apaños con el golpista Puigdemont, indultos y amnistías, les ha exigido avalar los indecorosos negocios de su mujer.
Y el partido, desde el zote Patxi Lopez al pringoso García-Page, pasando por ‘Choni’ Montero, se ha arrodillado ante su jefe. El ‘Puto Amo’ que elogia el macarra Óscar Puente, secretario general de Gañanes sin Fronteras.
Y si el asunto se redujera a las tragaderas de los políticos, tendría un pase, pero es que Sánchez no sólo ha logrado que el tierno Almódovar llore como una magdalena, lo que no es complicado.
Ha conseguido que los más granado de la ‘Brunete Pedrete’, encabezado por la bienpagada Inchaurrondo, la amargada Maruja Torres, la estirada Pardo de Vera, el circunspecto Maraña y la antigua jefa de prensa de Fraga ahora residente en Marbella, Rosa Villacastín, firme un documento proponiendo la reimplantación de la censura y la amputación de las libertades, empezando por las de los jueces y los periodistas.
Con el respaldo de RTVE, El País, Cadena SER, LaSexta y todos los paniaguados amarrados al pesebre monclovita.
Hay entre la gente de bien mucho pesimista vaticinando a estas horas que Sánchez va a endurecer sus políticas e intentar cerrarnos.
No lo creo y no porque les falten ganas, sino fuerzas y porque ya llevan mucho tiempo haciendo todo el daño posible.
El PSOE, un partido viejo, con un pasado siniestro, refugiado en consignas guerracivilistas y tristes, va a tener difícil superar la mamarrachada de este fin de semana, en la que unos miles de acarreados en autobús y con bocadillo pagado, escenificaron en la calle Ferraz de Madrid, ante su sede-puticlub, un espantajo como los que los norcoreanos prodigan en Pyongyang al Supremo Kim Jong-un.
Víctima de narcisismo y alentado por su corte de aduladores, Sánchez ha cometido un error letal.
Y la pregunta hoy es si el vodevil le beneficia o le perjudica.
En mi opinión, erosiona su imagen y debilita al PSOE.
Como canta el tango, escribió Borges, dijo alguna vez Churchill a quien se atribuyen todas las frases geniales o reza un refrán gallego:
Lo de Sánchez, como algunos vaticinamos hace cinco días cuando el marido de Begoña Gómez subió a Twitter su lacrimógena carta, ha sido un adefesio, una birria, un esperpento.
En su alocución grabada en el porche de La Moncloa, sin permitir la presencia de periodistas y ni siquiera de fotógrafos, sólo ha faltado que apareciera al final la comisionista Begoña, se fundieran en un beso y que ambos caminaran cogidos de la mano hacia el ocaso.
Todo sería solamente ridículo y divertido si no fuera letal para España.
El problema, en contra de lo que escriben muchos columnistas, no es la honradez de la mujer del césar, sino la del césar mismo.
Porque Sánchez, el que presidía los Consejos de Ministros y aprobaba las subvenciones y los rescates millonarios, está metido hasta las trancas en el embrollo.
Después de empujar al PSOE a sucesivas derrotas electorales y hacer tragar a los socialistas pactos con los proetarras de Bildu, apaños con el golpista Puigdemont, indultos y amnistías, les ha exigido avalar los indecorosos negocios de su mujer.
Y el partido, desde el zote Patxi Lopez al pringoso García-Page, pasando por ‘Choni’ Montero, se ha arrodillado ante su jefe. El ‘Puto Amo’ que elogia el macarra Óscar Puente, secretario general de Gañanes sin Fronteras.
Y si el asunto se redujera a las tragaderas de los políticos, tendría un pase, pero es que Sánchez no sólo ha logrado que el tierno Almódovar llore como una magdalena, lo que no es complicado.
Ha conseguido que los más granado de la ‘Brunete Pedrete’, encabezado por la bienpagada Inchaurrondo, la amargada Maruja Torres, la estirada Pardo de Vera, el circunspecto Maraña y la antigua jefa de prensa de Fraga ahora residente en Marbella, Rosa Villacastín, firme un documento proponiendo la reimplantación de la censura y la amputación de las libertades, empezando por las de los jueces y los periodistas.
Con el respaldo de RTVE, El País, Cadena SER, LaSexta y todos los paniaguados amarrados al pesebre monclovita.
Hay entre la gente de bien mucho pesimista vaticinando a estas horas que Sánchez va a endurecer sus políticas e intentar cerrarnos.
No lo creo y no porque les falten ganas, sino fuerzas y porque ya llevan mucho tiempo haciendo todo el daño posible.
El PSOE, un partido viejo, con un pasado siniestro, refugiado en consignas guerracivilistas y tristes, va a tener difícil superar la mamarrachada de este fin de semana, en la que unos miles de acarreados en autobús y con bocadillo pagado, escenificaron en la calle Ferraz de Madrid, ante su sede-puticlub, un espantajo como los que los norcoreanos prodigan en Pyongyang al Supremo Kim Jong-un.
Víctima de narcisismo y alentado por su corte de aduladores, Sánchez ha cometido un error letal.
Y la pregunta hoy es si el vodevil le beneficia o le perjudica.
En mi opinión, erosiona su imagen y debilita al PSOE.
Como canta el tango, escribió Borges, dijo alguna vez Churchill a quien se atribuyen todas las frases geniales o reza un refrán gallego:
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