• hace 4 años
En lo más crudo de la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman) reciben una misión aparentemente imposible. En una carrera contrarreloj, deberán atravesar el territorio enemigo para entregar un mensaje que evitará un mortífero ataque contra cientos de soldados, entre ellos el propio hermano de Blake.
La gran particularidad de la obra maestra de Sam Mendes, respecto a otras muchas películas que hayamos visto ambientadas durante la I Guerra Mundial está en el hecho de trasladar al espectador la sensación de que todo sucede en un único plano secuencia. Obviamente hay varios cortes a lo largo de su metraje, pero Mendes logra disimularlos con soltura para realizar una proeza técnica que va mucho más allá de eso al conseguir sumergirnos en las trincheras para experimentar de una forma muy viva la misión que reciben dos soldados para evitar una matanza.

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