Además de la vertiente festiva y reivindicativa las celebraciones del orgullo gay generan beneficios importantes. El año pasado la celebración del Orgullo Gay dejó a Madrid 110 millones de ingresos, una cifra que a pesar de la crisis se espera sea al menos igual este año y mucho mayor de cara a 2017, cuando Madrid acoja el Orgullo Mundial con una previsión de un 30 por ciento más de visitantes.De los 220.000 euros del presupuesto con que cuenta la fiesta, un 70 por ciento proviene de patrocinadores privados, un 20 por ciento de ayudas públicas y un 10 por ciento de aportaciones de empresarios privados.Y, reivindicaciones aparte, el Orgullo viene bien a la ciudad porque además de promover las libertades de las personas resulta todo un negocio. Más de dos millones de personas participaron en la pasada edición en las distintas actividades. 200.000 turistas visitaron la capital española durante los cuatro días de celebración del evento. Se alojaron en hoteles, comieron en bares y restaurantes, bailaron en discotecas y compraron los mejores souvenirs.Dicen los vecinos que inconvenientes los hay: suciedad en las calles y ruido. Para combatirlos, ideas tan singulares y cuestionadas como la del concierto silencioso de Gallardón. Habrá que seguir dando vueltas a como perfeccionar la organización del Orgullo porque lo único que está claro es que Madrid ni quiere ni debe renunciar a él.
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