Una investigación reciente ha examinado las zonas del cerebro implicadas en el enamoramiento, utilizando imágenes de resonancia magnética para observar los procesos neurobiológicos relacionados con las emociones.
En el estudio participaron 17 hombres y mujeres jóvenes enamorados, a los que se mostraron imágenes de su pareja y de una persona neutra.
Las áreas cerebrales activadas por la implicación emocional son el núcleo caudado y el área VTA, rica en dopamina, que generan energía y motivación.
Esto explica la euforia típica de las primeras fases del enamoramiento.
Sin embargo, el amor evoluciona con el tiempo. Mientras que en la fase inicial dominan las áreas cerebrales asociadas a la gratificación y los impulsos, el amor duradero activa áreas relacionadas con la emoción.
Además, hombres y mujeres reaccionan de forma diferente: en el cerebro femenino se activan el núcleo caudado y el córtex parietal, vinculados al deseo y la emoción, mientras que en los hombres prevalecen las áreas visuales, incluidas las vinculadas a la excitación sexual.
Curiosamente, el chocolate estimula algunas de estas mismas zonas, ofreciendo un «resquicio» para experimentar una pequeña parte de esa embriaguez amorosa.
En el estudio participaron 17 hombres y mujeres jóvenes enamorados, a los que se mostraron imágenes de su pareja y de una persona neutra.
Las áreas cerebrales activadas por la implicación emocional son el núcleo caudado y el área VTA, rica en dopamina, que generan energía y motivación.
Esto explica la euforia típica de las primeras fases del enamoramiento.
Sin embargo, el amor evoluciona con el tiempo. Mientras que en la fase inicial dominan las áreas cerebrales asociadas a la gratificación y los impulsos, el amor duradero activa áreas relacionadas con la emoción.
Además, hombres y mujeres reaccionan de forma diferente: en el cerebro femenino se activan el núcleo caudado y el córtex parietal, vinculados al deseo y la emoción, mientras que en los hombres prevalecen las áreas visuales, incluidas las vinculadas a la excitación sexual.
Curiosamente, el chocolate estimula algunas de estas mismas zonas, ofreciendo un «resquicio» para experimentar una pequeña parte de esa embriaguez amorosa.
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