• hace 10 meses
El ‘affaire’ Koldo es típico del PSOE y rememora lo peor de casos como el de los EREs y el del Tito Berni.
La parte chusca son los puticlubs. La mollar, el dinero público. La estremecedora, los contactos oficiales.
Es una tomadura de pelo pretender -como hacen a toda prisa El País, Cadena SER, TVE y los periodistas del pesebre monclovita- que un matón de discoteca, con menos cultura que un balón de fútbol, organizó una trama capaz de obligar a dos Ministerios y a un gobierno autonómico a entregar más de 50 millones de euros a una empresa de chichinabo, que hasta la fecha factura cero.
Koldo, sin el teléfono de Abalos y las fotos con Sánchez, por mucho que agitará su curriculum como consejero de RENFE y porteador de misteriosas maletas la noche que su jefe acudieron presuroso al Aeropuerto de Barajas a entrevistarse con la chavista Delcy Rodríguez, no era nadie.
Un tipo así no consigue por si solo que se abran puertas del máximo rango, ni que le apañen contratos formidables dos ministros del Gobierno Frankenstein y una presidenta autonómica catalanista.
La empresa tapadera de Koldo vendió mascarillas a un precio diez veces superior al real, siendo su patrón Abalos, el ministro encargado de supervisar la compra del material sanitario.
No voy a decir que Sánchez estaba al tanto de todo y que por eso, sin explicación alguna, purgó como ministro a Abalos y como secretario de organización del PSOE.
No lo voy a decir, pero coincidirán conmigo en que huele fatal, máxime cuando apenas destituirlo lo renovó como diputado socialista.
Es puro sentido común que detrás del ‘macarra’ Kolodo, por encima, había padrinos de postín y lo que tenemos que hacer nosotros es indagar, indagar e indagar, hasta descubrir quien es el ‘Mister X’ de la trama.
Enredo que no fue excepcional o único, porque ya sabemos que el exministro Illa, primer secretario ahora del PSC, adjudicó 24 millones, también a dedo, a una empresa china que sirvió material sanitario defectuoso.
Sánchez ha puesto cara de merluzo ofendido cuando le han preguntado por el asunto, pero no cuela.
El presidente de Gobierno más mentiroso de nuestra Historia, el político que justificó abrazarse a proetarrras y golpistas en la imperiosa necesidad de limpiar la vida pública española, para sacar adelante la moción de censura contra Rajoy con la que se aupó a La Moncloa, el tipo que insulta a Isabel Díaz Ayuso lanzando infundios contra su hermano, tiene que dar la cara.
Y si no la da, a nosotros, como periodistas, como representantes del mal llamado Cuarto Poder, nos toca la ineludible obligación de rompérsela.

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