Este salmantino amante de los animales soñaba con ser veterinario a pesar de tener terrores nocturnos con un conejo rosa: "En la guardería había un señor disfrazado de conejo. A todos les gustaba, pero a mí no. Tenía esa imagen de un conejo asomándose por la puerta y tenía pesadillas". No sabemos si tiene algo que ver el trauma infantil, pero terminó decantándose por la arquitectura: "Me fui a Valladolid cuando todavía no había cumplido los 18 y me vi solo en otra ciudad, totalmente desarropado porque mis padres no estaban y mis amigos tampoco. Me sentí raro". Si a esto le sumamos que el material que necesitaba en la carrera era caro, que no le gustaba la forma de enseñar de los profesores, que en su familia no estaban pasando un buen momento económico y que no llegó a hacer buenos amigos, entendemos que una de sus opciones fuese dejar los estudios. Se puso a trabajar como DJ para sacar algo de dinero, aunque el punto de inflexión llegó gracias a las redes sociales: "Subía dos o tres fotos cada día y gustaron". Lo que empezó como unas inocentes fotos que se hacía en la habitación de la residencia de estudiantes en la que vivía, terminó con el reconocimiento de Álvaro Mel como uno de los influencers más importantes de nuestro país. Dejó atrás Valladolid y vino a probar suerte a Madrid de la mano de su amigo y actor Guillermo Campra. Le acogió en casa y le abrió las puertas al mundo de la interpretación: "Me animó a presentarme a un casting con Eva Leira y Yolanda Serrano y pensé que no tenía nada que perder", contaba. El primer proyecto que hizo fue La otra mirada junto a Ana Wagener y Macarena García. "Imagínate a mi madre cuando le dije que iba a salir en una serie de televisión", le ha contado a Mara Torres. A lo que ella le respondió: "¿Por qué vas a salir en la tele si tú ibas a hacer edificios y casas?". Escucha el programa completo en #SerPodcast: https://cadenaser.com/podcast/cadena-ser/el-faro/1155/
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