En la vasta paleta de la existencia, se trazan historias que se entrelazan con la realidad, desafiando las fronteras de lo conocido y sumergiéndonos en el abismo de lo inexplicable. En el centro de este relato se encuentra Juan Manuel, un enigmático policía español cuya vida está tejida con hilos de deber y soledad. Pero una noche lluviosa, en el telón oscuro de una carretera desierta, este servidor de la ley se vio confrontado con algo que trascendía la comprensión humana. Permítanme llevarlos a través de esta narración cautivante, donde lo mundano y lo sobrenatural se funden en un ballet de sombras y luces, y donde el corazón palpitante de Juan Manuel nos guiará por un camino hacia lo desconocido. Adentrémonos en este relato intrigante, donde el alma valiente de un hombre se encuentra con el misterio y forma más pura.
A veces, en la tranquilidad de la noche, cuando el viento mece las cortinas de mi habitación, cierro los ojos y vuelvo a aquella noche lluviosa que cambió mi vida. Me llamo Juan Manuel, un policía español de 45 años, con una vida entregada al deber y a la soledad. Aquella noche, después de terminar mi turno de trabajo en una carretera desierta y empapada por la lluvia, me vi envuelto en un fenómeno que hasta el día de hoy, me cuesta explicar.
La lluvia caía con furia, como lágrimas de un cielo en duelo, mientras cabalgaba mi motocicleta hacia casa. Las luces de la ciudad destellaban a lo lejos, como faros de esperanza en medio de la oscuridad. Pero a medida que avanzaba, algo comenzó a inquietarme. Una sensación incómoda, como si estuviera siendo observado, se arrastró por mi espalda. Giré mi cabeza, esperando encontrar alguna explicación lógica, pero solo encontré la lluvia y la negrura de la noche.
“Es solo tu imaginación”, me dije a mí mismo, pero el escalofrío persistía. Decidí acelerar, dejando atrás mis inquietudes en el espejo retrovisor. Sin embargo, la sombra de la inquietud me siguió, persistente y desafiante.
Fue entonces cuando lo vi. Un destello tenue y espectral, como el destello de una vela en la oscuridad, parecía moverse en el rabillo de mi visión. Mi corazón comenzó a latir desbocado mientras intentaba enfocar mi atención en el camino. Pero la figura fantasmal persistía, ahora materializándose en las sombras que se movían a los lados de la carretera, como si me estuvieran siguiendo.
Un nudo de miedo se formó en mi garganta. Intenté convencerme de que era solo mi fatiga jugándome una mala pasada, que eran trucos de luces y sombras causados por la lluvia y las luces de mi moto. Pero algo en mí sabía que no era así. Las sombras tomaban formas, siluetas humanas distorsionadas que parecían desafiar las leyes de la realidad.
El temor se apoderó de mí y detuve mi motocicleta cerca de un viejo poste de luz. Las sombras me rodeaban, se movían con una elegancia oscura que me paralizaba. Casi podía sentir sus miradas frías clavadas en mí. Instintivamente, alcancé mi cintura buscando mi pistola, solo para encontrarl
A veces, en la tranquilidad de la noche, cuando el viento mece las cortinas de mi habitación, cierro los ojos y vuelvo a aquella noche lluviosa que cambió mi vida. Me llamo Juan Manuel, un policía español de 45 años, con una vida entregada al deber y a la soledad. Aquella noche, después de terminar mi turno de trabajo en una carretera desierta y empapada por la lluvia, me vi envuelto en un fenómeno que hasta el día de hoy, me cuesta explicar.
La lluvia caía con furia, como lágrimas de un cielo en duelo, mientras cabalgaba mi motocicleta hacia casa. Las luces de la ciudad destellaban a lo lejos, como faros de esperanza en medio de la oscuridad. Pero a medida que avanzaba, algo comenzó a inquietarme. Una sensación incómoda, como si estuviera siendo observado, se arrastró por mi espalda. Giré mi cabeza, esperando encontrar alguna explicación lógica, pero solo encontré la lluvia y la negrura de la noche.
“Es solo tu imaginación”, me dije a mí mismo, pero el escalofrío persistía. Decidí acelerar, dejando atrás mis inquietudes en el espejo retrovisor. Sin embargo, la sombra de la inquietud me siguió, persistente y desafiante.
Fue entonces cuando lo vi. Un destello tenue y espectral, como el destello de una vela en la oscuridad, parecía moverse en el rabillo de mi visión. Mi corazón comenzó a latir desbocado mientras intentaba enfocar mi atención en el camino. Pero la figura fantasmal persistía, ahora materializándose en las sombras que se movían a los lados de la carretera, como si me estuvieran siguiendo.
Un nudo de miedo se formó en mi garganta. Intenté convencerme de que era solo mi fatiga jugándome una mala pasada, que eran trucos de luces y sombras causados por la lluvia y las luces de mi moto. Pero algo en mí sabía que no era así. Las sombras tomaban formas, siluetas humanas distorsionadas que parecían desafiar las leyes de la realidad.
El temor se apoderó de mí y detuve mi motocicleta cerca de un viejo poste de luz. Las sombras me rodeaban, se movían con una elegancia oscura que me paralizaba. Casi podía sentir sus miradas frías clavadas en mí. Instintivamente, alcancé mi cintura buscando mi pistola, solo para encontrarl
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