¿Se puede revertir o incluso eliminar el envejecimiento? Si logramos desentrañar este secreto de la biología humana, en poco tiempo, podríamos vencer enfermedades relacionadas como el cáncer, la demencia y problemas cardíacos.
La carrera por inventar la píldora mágica ya está en marcha. Científicos de todo el mundo se están acercando de forma sorprendente al deseo ancestral de la humanidad: ser inmortal.
La pugna cobró impulso con el descubrimiento de Luis Rosero Bixby de la "zona azul” de Costa Rica. En la península de Nicoya llama la atención la cantidad de centenarios y centenarias. Aquí, los humanos tienen la esperanza de vida más alta del mundo.
A ello contribuye un estilo de vida saludable pero también telómeros más largos, las tapas protectoras de los cromosomas. Sin embargo, este campo de investigación, en el que trabaja María Blasco en Madrid, cubre solo uno de los muchos factores que controlan el envejecimiento. Puede que lo determinante sean las células senescentes. Estas "células zombis” se acumulan en nuestro cuerpo con la edad y lo inundan de señales de alarma hasta que sucumbe a la presión. Eso es al menos lo que cree Manuel Serrano, en Barcelona.
Una expectativa de negocio multimillonaria llama ya impaciente a las puertas de los laboratorios. Quien antes saque la píldora al mercado, se hará de oro. Por eso, en Hong Kong, los inversores no dejan de nutrir a empresas emergentes con dinero. Los gigantes tecnológicos estadounidenses, los "Big Tech”, se pelean ya por los mejores científicos del mundo. Y también Alex Zhavoronkov quiere un trocito de pastel; el empresario ha recibido 255 millones de dólares de inversores para investigar los biomarcadores del envejecimiento con ayuda de inteligencia artificial.
Y mientras las visiones de algunos pioneros se desvanecen como pompas de jabón, otros ya están introduciendo en el mercado productos dudosos. Aunque, ahora se puede medir su efectividad. El reloj epigenético inventado por Steve Horvath puede medir nuestra edad biológica, independientemente de nuestra edad real cronológica. Greg Fahy, en California, es capaz no solo de ralentizar, sino incluso de revertir el envejecimiento gracias a sus investigaciones sobre un órgano denominado timo. Su primer estudio en humanos muestra que las personas que tomaron unos fármacos determinados rejuvenecieron una media de dos años y medio.
Jóvenes biohackers como Nina Khera de Boston quieren que todos se beneficien de esas investigaciones. Junto con amigos, intenta desarrollar un "reloj biológico para todos”.
En el fervor de esa búsqueda incansable por vencer al envejecimiento y las enfermedades relacionadas, cabe preguntarse: ¿hasta qué punto deberíamos manipular la naturaleza? ¿Saturaremos cada vez más el planeta de personas? Mark Benecke, biólogo forense de Colonia, sabe que es ya demasiado tarde para esa pregunta.
La carrera por inventar la píldora mágica ya está en marcha. Científicos de todo el mundo se están acercando de forma sorprendente al deseo ancestral de la humanidad: ser inmortal.
La pugna cobró impulso con el descubrimiento de Luis Rosero Bixby de la "zona azul” de Costa Rica. En la península de Nicoya llama la atención la cantidad de centenarios y centenarias. Aquí, los humanos tienen la esperanza de vida más alta del mundo.
A ello contribuye un estilo de vida saludable pero también telómeros más largos, las tapas protectoras de los cromosomas. Sin embargo, este campo de investigación, en el que trabaja María Blasco en Madrid, cubre solo uno de los muchos factores que controlan el envejecimiento. Puede que lo determinante sean las células senescentes. Estas "células zombis” se acumulan en nuestro cuerpo con la edad y lo inundan de señales de alarma hasta que sucumbe a la presión. Eso es al menos lo que cree Manuel Serrano, en Barcelona.
Una expectativa de negocio multimillonaria llama ya impaciente a las puertas de los laboratorios. Quien antes saque la píldora al mercado, se hará de oro. Por eso, en Hong Kong, los inversores no dejan de nutrir a empresas emergentes con dinero. Los gigantes tecnológicos estadounidenses, los "Big Tech”, se pelean ya por los mejores científicos del mundo. Y también Alex Zhavoronkov quiere un trocito de pastel; el empresario ha recibido 255 millones de dólares de inversores para investigar los biomarcadores del envejecimiento con ayuda de inteligencia artificial.
Y mientras las visiones de algunos pioneros se desvanecen como pompas de jabón, otros ya están introduciendo en el mercado productos dudosos. Aunque, ahora se puede medir su efectividad. El reloj epigenético inventado por Steve Horvath puede medir nuestra edad biológica, independientemente de nuestra edad real cronológica. Greg Fahy, en California, es capaz no solo de ralentizar, sino incluso de revertir el envejecimiento gracias a sus investigaciones sobre un órgano denominado timo. Su primer estudio en humanos muestra que las personas que tomaron unos fármacos determinados rejuvenecieron una media de dos años y medio.
Jóvenes biohackers como Nina Khera de Boston quieren que todos se beneficien de esas investigaciones. Junto con amigos, intenta desarrollar un "reloj biológico para todos”.
En el fervor de esa búsqueda incansable por vencer al envejecimiento y las enfermedades relacionadas, cabe preguntarse: ¿hasta qué punto deberíamos manipular la naturaleza? ¿Saturaremos cada vez más el planeta de personas? Mark Benecke, biólogo forense de Colonia, sabe que es ya demasiado tarde para esa pregunta.
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