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Nuestra agricultura está orientada a extraer el máximo rendimiento del suelo. Pero ¿cómo repercuten los abonos y pesticidas en el medio ambiente y en los seres humanos? ¿Estamos envenenando nuestro entorno y acabando así con muchas especies?

Campos fértiles son un bien preciado y fundamental para nuestra alimentación. Pero el uso excesivo de agroquímicos resulta nefasto. Los plaguicidas llevan a especies a extinguirse, contaminan los suelos y eliminan microorganismos esenciales para que se forme humus natural. Glifosato, neonicotinoides, organofosforados, piretroides: son sólo algunos de los más de 1.000 plaguicidas cuyo uso está autorizado en Alemania. Se utilizan para destruir plagas, hongos y plantas silvestres en la agricultura. Cada año se aplican unas 90.000 toneladas de pesticidas. Un negocio millonario para las empresas químicas.
"Los neonicotinoides terminan en la tierra cuando llueve. Allí tienen un efecto altamente tóxico sobre muchos organismos ... envenenan a los insectos y al medio ambiente", afirma el toxicólogo Henk Tennekes. Hace tiempo que se sospecha que los agentes nerviosos del grupo de los neonicotinoides son los responsables de la altísima mortandad entre las abejas. Se tardó casi 30 años, en 2021, en prohibirse los últimos neonicotinoides en toda la UE, aunque los estudios desaconsejaban su uso desde el principio. Sin embargo, es demasiado pronto para cantar victoria. Por un lado, existen las llamadas autorizaciones de emergencia para los neonicotinoides que eluden la prohibición. Por otro lado, hace tiempo que se comercializan sustancias con efectos similares, pero cuyos efectos no han sido tan estudiados como los de los neonicotinoides. Además, en muchos países fuera de la UE, siguen estando permitidos.

Casi el 40% del presupuesto de la UE se destina a la agricultura. La Política Agrícola Común se volvió a negociar en octubre de 2020 para un nuevo periodo de siete años. En realidad, los 50.000 millones de euros de ayudas anuales para la agricultura deberían promover métodos respetuosos con el medio ambiente y el clima. Pero la reforma recién aprobada da pocos motivos para el optimismo.

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