La fecha del 8 de marzo celebra una reivindicación mundial. En España, cuya Constitución vigente tiene siete padres (los ponentes) y una madre (la democracia), la legislación garantiza la igualdad entre mujeres y hombres. Sin embargo, en la práctica cotidiana persisten vicios que dificultan la normalización plena. Con ser grave, la brecha salarial no es tan sangrante como la lesiva y letal lacra criminal. La conmemoración coincide este año con el carnaval y la campaña electoral, una combinación que desenmascara a quienes instrumentalizan una causa de justicia social para buscar réditos políticos. En un alarde de pedantería aduladora, algunos titiriteros se declaran feministas para ponerse morados.
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