• hace 7 años
Estados Unidos ha lanzado más de medio centenar de misiles de crucero Tomahawk, desde uno de sus buques en el Mediterráneo oriental, contra una base aérea siria, según fuentes oficiales estadounidenses.

Se trata del primer ataque directo de Washington contra el régimen de Damasco desde el inicio de la guerra civil siria. Y se produce tras el bombardeo con armas químicas, el martes, en la provincia de Idleb, del que se responsabiliza al régimen de Bachar al Asad. Dicho ataque acabó con la vida de al menos 86 civiles, 30 de ellos niños y bebés.

El bombardeo con armas químicas ha desatado la indignación de la comunidad internacional. “Lo que Al Asad hizo es terrible. Lo que pasó en Siria es un crimen verdaderamente atroz y no debería haber ocurrido, y no debería permitirse que suceda”, declaró el presidente estadounidense, Donald Trump.

El secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, prometió una “respuesta apropiada” al uso de armas químicas. Mientras, la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, insinuaba que Washington podría tomar medidas por su cuenta si continuaba el bloqueo del Consejo de Seguridad de la ONU, que sigue dividido.

Poco antes del ataque estadounidense, Moscú advirtía a Washington de las “consecuencias negativas” que tendría una acción militar en Siria en respuesta al ataque químico.

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