Luiz Da Silva enseña, no sin cierta pena, su nueva casa en Río de Janeiro muy cerca de donde antes vivía en la favela de Vila Autódromo#. Es allí donde las autoridades brasileñas decidieron construir varias infraestructuras para los Juegos Olímpicos. Para ello derribaron las viviendas de las cerca de setecientas familias que vivían allí.
Así se ha quedado #VilaAutódromo después de la construcción para los #JJOO2016. 5continentes_R5 #ElOtroRío pic.twitter.com/gG0AnoZfIK— Cinco Continentes (5continentes_R5) 5 de agosto de 2016
“Ahora estamos menos de un 10% de la gente que conformaba esta comunidad. Nos movieron a la fuerza”, señala Luiz Da Silva.
Su familia es una de las veinte que se negaron a marcharse y una de las veinte a las que finalmente las autoridades les han entregado una nueva vivienda no muy lejos de donde vivía y a donde aún acude regularmente.
“Muchos atletas lucen ahora orgullosos una medalla sobre su pecho pero no saben que hay familias que están sufriendo. Por eso tenemos que hacer que lo sepan. Fuimos golpeados y atemorizados”, apunta Da Silva.
Los vecinos denunciaron cortes de luz y de agua como forma de presión del gobierno local para que se marcharan. Y ahora, con impotencia, ven como tras echar a las 700 familias y derribar sus casas muchas siguen parcialmente en pie sin que nada se haya construido en su terreno.
Así se ha quedado #VilaAutódromo después de la construcción para los #JJOO2016. 5continentes_R5 #ElOtroRío pic.twitter.com/gG0AnoZfIK— Cinco Continentes (5continentes_R5) 5 de agosto de 2016
“Ahora estamos menos de un 10% de la gente que conformaba esta comunidad. Nos movieron a la fuerza”, señala Luiz Da Silva.
Su familia es una de las veinte que se negaron a marcharse y una de las veinte a las que finalmente las autoridades les han entregado una nueva vivienda no muy lejos de donde vivía y a donde aún acude regularmente.
“Muchos atletas lucen ahora orgullosos una medalla sobre su pecho pero no saben que hay familias que están sufriendo. Por eso tenemos que hacer que lo sepan. Fuimos golpeados y atemorizados”, apunta Da Silva.
Los vecinos denunciaron cortes de luz y de agua como forma de presión del gobierno local para que se marcharan. Y ahora, con impotencia, ven como tras echar a las 700 familias y derribar sus casas muchas siguen parcialmente en pie sin que nada se haya construido en su terreno.
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