• hace 10 años
El misterio en el hombre causa fascinación porque empuja a las personas a hacer volar la imaginación. Cuando uno se topa con una cuestión misteriosa, le da vuelta al asunto buscando una explicación. Cuando a simple vista se resuelve el misterio, sale otra prengunta y el misterio vuelve a rondar.
Este es el caso de los tres astronautas que murieron en el aterrizaje de la nave espacial soviética Soyuz XI, el 30 de junio de 1971. El misterio se puso en bandeja cuando, para sorpresa de los técnicos que abrieron la aeronave: "vieron que les sonreían los tripulantes, pero ninguno se movió ni levanto la mano para saludar. Todos estaban muertos".

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